Despierta: Comienza con un propósito
Reiníciate cada día al despertar
¿Con qué frecuencia has salido corriendo por la puerta sin siquiera pensar en cómo te gustaría que fuera tu día? Antes de que te dieras cuenta, te has sentido sobrepasado en alguna situación y has reaccionado automáticamente con frustración, impaciencia o rabia. En otras palabras: te has encontrado actuando de una manera que no habías pretendido. ¿Te suena?
Con intención, me refiero aquí, a tu actitud. La motivación o valor fundamental implícito en lo que piensas, dices o haces. Tus valores reflejan tus prioridades, lo que es importante para ti en cada momento.
Hacerlo puede cambiar tu día, haciendo más probable que tus palabras, acciones y respuestas (especialmente durante los momentos de dificultad) sean más conscientes.
Esta práctica es mejor hacerla a primera hora de la mañana, antes de mirar tu teléfono o correo electrónico.
LA PRÁCTICA
1. Al despertar, siéntate en tu cama o en una silla en una postura relajada. Asegúrate de que tu columna vertebral está recta, pero no rígida. Cierra tus ojos, si está bien para ti.
2. Toma tres respiraciones profundas, tomando el aire por la nariz y expulsándolo por la boca. Después deja que la respiración siga su ritmo natural, notando como se expande y se contrae tu pecho y tu vientre mientras respiras.
3. Pregúntate a ti mismo: "¿Cuál es mi intención para hoy?”
También puedes preguntarte: ¿cómo puedo marcar hoy una diferencia? ¿Qué habilidad tengo intención de fortalecer y desarrollar (foco, creatividad, productividad…?
¿Qué necesito para cuidarme mejor? ¿Cómo podría mejorar mis relaciones? ¿Cómo podría estar más presente?
Dedica unos minutos a visualizar tu día. Dónde vas a estar, qué tareas vas a realizar, con quién te vas a encontrar…y decide de antemano la actitud con la que quieres vivir tu día.
4. Fija tu intención o intenciones para el día. Por ejemplo: “hoy soy amable conmigo mismo y los demás y escucho con plena atención”. Elige lo que sientas que es importante para ti.
Después, puedes definir tus objetivos, establecer tus prioridades para el día y concretar en tu agenda las tareas o acciones que te permitirán materializarlos.
5. A lo largo del día chequea. Haz una pausa, respira, y vuelve a visualizar tu intención. Si necesitas reajustar, hazlo.
LA REFLEXIÓN
Con esta práctica verás como tendrás una mayor claridad acerca de tus prioridades y de los aspectos en los que necesitas concentrarte. Tus actos serán más deliberados e intencionados. Tomarás mejores decisiones y harás elecciones más sabias.
Sustituir tus reacciones automáticas por respuestas elegidas, te hace menos reactivo y más proactivo.
También aumenta la confianza en ti mismo y tu poder personal.
Date cuenta de cómo mejora tu estado de ánimo a medida que te vuelves más consciente de tus intenciones. También como cambia la calidad de tus relaciones, y con ello como recuperás tu equilibrio.